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martes, 5 de junio de 2012

La isla de mierda


- ¿Conoces la historia de los monos de la isla de mierda? -le pregunté a Noboru Wataya 
Negó con la cabeza, sin ningún signo de interés. 
- No la conozco 
- En algún lugar lejano había una isla de mierda. No tenía nombre. No valía la pena ponerle ninguno. Era una isla de mierda con forma de mierda. Allí crecían palmeras con forma de mierda. Y las palmeras daban cocos que olían a mierda. Pero allí vivían monos de mierda que adoraban los cocos que olían a mierda. Y cagaban mierda de mierda. La mierda caía al suelo, aumentaba la capa de mierda y las palmeras de mierda que allí crecían eran cada vez más de mierda. Un círculo vicioso. -Me bebí el resto del café-. Mirándote, me he acordado de la historia de la isla de mierda -le dije a Noboru Wataya-. A lo que me refiero es que hay un tipo de mierda, un tipo de podredumbre, cierta tenebrosidad que se autoalimenta y, formando un círculo vicioso, crece con celeridad. Cuando se sobrepasa cierto punto, nadie lo puede detener. Ni siquiera la persona interesada. ¿Está claro? Sé muy bien qué tipo de persona eres. Dices que soy basura y piedras. Y piensas que podrías hundirme en un segundo con tal de que te lo propusieras. Pero las cosas no son tan simples [...]. Tal vez yo sea un don nadie, pero no soy un saco de arena. Soy un ser vivo. Y, si me golpean, devuelvo el golpe. Quiero que aprendas esto de una vez por todas. 
 

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami. 

domingo, 3 de junio de 2012

Reflexión personal, parte IV




Cada vez que alguien me dice que no soy
lo suficientemente lo-que-sea,
yo sólo veo un mono tocando los platillos.



jueves, 31 de mayo de 2012

Sigo aquí


Me dijo por teléfono que quería ver a otra gente. Yo pensé: "Bueno, entonces mira a tu alrededor, están por todos lados". Dijo que estaba confundido. Pensé: "Cariño, bienvenido al club". Treinta y dos años, crisis de la mediana edad. Hoy en día te llega cuando eres joven. Colgué. Él volvió a llamar. Colgué de nuevo. El proceso ya había comenzado. Por lo menos fue rápido. Juro que morí por dentro esa noche. 

Mi amigo, él llamó. No mencioné nada. Lo último que dijo fue: "Sé firme". Sé firme. Consideré una cosa horrible, odio admitirlo. Sólo pensé que esas serían unas muy apropiadas últimas palabras. Pero sigo aquí. Y pequeña. Tan pequeña... ¿Y por qué este problema puede parecer tan grande? Tan grande.

Mientras, las palmeras en la brisa todavía soplan verde y las olas en el mar siguen absolutamente azules. Pero el horror... cada cosa que veo es un recordatorio de él. Nunca pensé que maldeciría el día que lo conocí. Y dado que se ha ido y no escucharía, ¿a quién le importaría?¿De qué serviría eso?

Pero sigo aquí. Así que imagino que un mes o en doce estaré en algún lugar tomando algo, riéndome de una broma estúpida o de alguna otra cosa estúpida, y puedo verme parando en seco, desviándome del presente, succionada por la corriente y arrastrada profundo. Y ahí estoy, de pie. Hierba mojada y lápidas blancas. Todas en fila. Y a lo lejos hay una, por su cuenta. Entonces me detengo, me arrodillo. Mi nuevo hogar...

E imagino un despertar sobrio. Volver a entrar en esa pequeña escena del bar. Sorber mi bebida hasta que el hielo toque mis labios. Pedir otra ronda. Y eso es todo por ahora. Lo siento, nunca he sido muy buena para los finales felices.





Pearl Jam - I'm still here.


sábado, 28 de enero de 2012

Hablando de amor y otras falacias


Le gustaba, sobre todo, hablar del amor como si se tratara de un pariente muerto por el cuál ella nunca había sentido demasiado afecto.




Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa