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domingo, 26 de junio de 2011

lunes, 20 de junio de 2011

Eres el Houdini del amor


Otra vez llega el verano. Otra vez dejo Madrid para volver a casa. Otra vez las noches se me hacen demasiado largas. Y rezo y pido, temblando como una niña idiota, no cruzarme contigo, no encontrarte sonriendo apoyado en la barra de algún bar intentando llevarte a la cama a alguna buscona sin cerebro. Porque no sé lo que haría. Porque Madrid es mi territorio libre de ti pero mi casa, esa pequeña ciudad en la que tú también vives, es para mí un puto campo plagado de minas antipersona. Aunque para ser sincera, aquí entre nosotros y sabiendo que tú no lo vas a leer, en un rincón de mi corazón, ese tan oscuro y obstinado que sigue trayéndome ráfagas de ti, sueña con encontrarte y tener una última noche contigo, que me dediques una última mirada.

Esta maldita cruzada que tengo con mi corazón para dejarte ir de una vez por todas está siendo más compleja de lo que me gustaría. A veces se me hace cuesta arriba pensar que tú ya no piensas en mí, que te da igual. Y eso es lo que yo quiero: no pensar en ti, que me dé igual. Debiste haberme dado clases de indiferencia antes de irte. No podría haber aprendido de nadie mejor que de ti, maestro del escapismo. Eres el Houdini del amor. Y de vez en cuando pienso que con todo esto que escribo, mi blog se vuelve demasiado personal, pero qué puedo hacer. Si no escribo todo esto mi cabeza explotaría. Y no puedo seguir repitiendo lo mismo a mis amigos, que no entenderían por qué sigo aferrada a este ancla que lo único que hace es hundirme cada vez más. Pero, al final del día me importa una mierda lo que los demás piensen. Es mi teclado y es mi cerebro, y este blog es mi papelera de reciclaje en la que vierto los pensamientos más crueles que me atormentan.

Después de todo, finjo que te odio. O te odio, pero de una manera tan apasionada que sólo puede estar cimentado en un amor corrosivo y persistente. No es que del amor al odio sólo haya un paso, es que son hermanos siameses.


jueves, 16 de junio de 2011

Yo, prometo

Últimamente ando algo falta de creatividad y la página en blanco me insulta desde el escritorio haciéndome saber que carezco de talento. Será porque te lo has llevado y en su lugar me has dejado un océano de rabia. No, más bien un universo de rabia porque es bien sabido por todos que el universo en infinito y no deja de expandirse. Como mis ganas de tenerte delante y decirte que eres un mierdas. Para, acto seguido, salir de la estancia dando un portazo y haciendo tambalear la imagen de chica cabal y sensata que tienes de mí. O que tenías. Qué se yo, ya no me importa.

Recuerdo una vez que me dijiste, con tus cautivadoras palabras y a sabiendas de tu objetivo final, que no podías tratarme como a las demás porque nunca habías conocido una chica como yo. Pues mira, en eso tenías razón. ¿Recuerdas cuando agachabas la cabeza cobardemente y te dije que no sé la clase de chicas con las que estás acostumbrado a tratar pero que yo claramente no soy como ellas? Punto para mí. He de reconocer que de vez en cuando tengo mis momentos de lucidez. Ojala te conociera la mitad de lo que me conozco a mí misma, porque entonces no daría estos palos de ciego que me hacen parecer terriblemente mala a la hora de gestionar naufragios sentimentales.

Pero bueno, quiero que sepas que estoy tratando de solucionar toda esta mierda que me has dejado aquí como regalo de despedida y como Los Planetas cantaban, prometo no seguir viviendo así, prometo no pensar en ti. Prometo dedicarme solamente a mí.


miércoles, 15 de junio de 2011

Mi primer premio

Hoy quiero contar una cosa que me hace mucha ilusión. Hace unas semanas, mientras visitaba el blog de Fergie (http://cartas-para-el-corazon.blogspot.com/, recomiendo que todo el que tenga un rato se deje caer por él) y vi que iba a celebrar un concurso. Años atrás había escrito, en un arranque de qué sé yo, un texto que sólo vieron un par de personas porque resultó ser más crudo y personal de lo que esperaba. La cuestión es que ahí se quedó, olvidado en mi disco duro. Así que pensé que estaría bien enviarlo y probar suerte. Si he de ser sincera diré que no tenía la más mínima pretensión de ganar. Y sin embargo, cuál fue mi sorpresa cuando ayer Fergie me comunicó que el premio era mío. Que alguien valore lo que escribes es algo que no se puede describir con palabras, me dio muchísima emoción. He aquí mi premio:



Y no sólo me dio el premio en sí, sino que me dedicó unas palabras que casi fueron mejores que cualquier premio. No tengo palabras suficientes para darle las gracias a Fergie por todo, y a todo aquel que me lee o que se pasa por aquí y se toma la molestia de dejarme unas palabras. O al que simplemente se pasa y me lee, de incógnito. Porque siempre he creído que las palabras carecen de sentido si, una vez escritas, nadie las lee.

Si queréis leer mi texto y, de paso, ver el blog de Fergie, pasaros por http://cartas-para-el-corazon.blogspot.com/p/ganadora-del-concurso-bella-creacion.html


martes, 14 de junio de 2011

Cien días



Como la luna nueva, como el metro de Madrid. Negro como una caries, un septiembre estudiantil. Como la certeza de que no sueñas conmigo, negro era aquel bar donde se esconden los malditos de los amaneceres, de los repartidores de periódicos, de las agujas del reloj, del amor del prójimo. Allí la encontré. Como un suicida asomado al borde del precipicio, amontonando maldiciones sobre la barra de aluminio. Temblaba en sus ojos el humo de mil cigarros que fumó con un tipo que la había besado, que la dejó una mañana dormida entre las dunas de su cama, que se fue con otra una madrugada. Así la encontré. Alguien me contó que llevaba cien días encerrada en aquel bar; pidiendo fuego, alguna pista que la ayudara a encontrar la luz dentro del laberinto, el mapa donde está escondido el mar donde arden las promesas, donde solías naufragar. Cien días escondiéndose del gris cielo de marzo y sus atascos, tragando niebla por la nariz, soñando contigo en los lavabos. Jurando no salir con vida. Sellando todas las salidas. Buscando en un mar de ginebra una playa en la que encallar.


Cien días, Ismael Serrano.



lunes, 13 de junio de 2011

sábado, 11 de junio de 2011

Ultimamente


Te he echado de menos hoy.

Exactamente igual que ayer.


jueves, 9 de junio de 2011

Nada que perder


Llevo varios días con una frase de una canción de Bob Dylan dándome vueltas en la cabeza:

"When you got nothing, you got nothing to lose"


miércoles, 8 de junio de 2011

Odio la lluvia

Podría decirte millones de cosas, maldecir, insultar, incluso golpearte como forma de hacerte despertar de ese sopor en el que parece que estás sumido. Me pones de un humor de perros, eres capaz de sacarme de mis casillas incluso sin que digas nada. Especialmente cuando no dices nada. Y en mi cabeza una y otra vez imagino situaciones en las que te digo que te vayas a la mierda, que eres un gilipollas, que me has destrozado. Y tú, invariablemente vienes tras de mí y me dices que lo sientes, que eres idiota, que te perdone. Aunque la idiota soy yo, está claro. Porque pasan los días, y sigo en el mismo punto, mientras tú estás sabe Dios dónde, y no contestas a los mensajes y no piensas en mí.

Es la maldita lluvia, lo sé. Tiñe la ciudad de gris y me sume en una tristeza tan profunda que no me deja mirar hacia delante. No me deja pensar que todo irá bien, que estoy bien, que debo dejarte ir porque, al fin y al cabo, ya te has ido. Y espero y pido desesperadamente que salga el sol y todo esto sea pasajero, porque sé que no podré vivir así eternamente.

Odio la lluvia.

martes, 7 de junio de 2011

Blasfemias varias


La vida huele a serrín, y a sueldo de
camarero, y las demás blasfemias me las
dejo en el tintero.


domingo, 5 de junio de 2011

Pasajeros al tren

A veces la vida te abofetea y te pone en tu sitio, con una violencia que parece decir: “Déjate de tonterías y espabila”. Puede ser porque llevas viendo la catástrofe aproximarse lentamente durante meses y prefieres quedarte en tu butaca para ser espectador de primera fila en el vodevil de tu existencia. O tal vez porque tu cerebro se ralla, como les pasa a los DVD’s, y por una minúscula mota de polvo se congela en un frame y se repite eternamente hasta que lo sacas del reproductor y lo limpias. Y menos mal que la vida nos zarandea de vez en cuando para que veamos que si seguimos sentados sin hacer nada la vamos a cagar.

Es en ese momento en el que tienes que hacer algo, lo que sea. Estamos echados en la vía del tren y vemos la locomotora acercarse, echando humo por su chimenea. ¡Haz algo, lo que sea! Levántate deprisa y echa a correr, o quédate ahí tumbado, pero toma una decisión. Sea cual sea, marcará tu futuro: viviendo o muriendo. Pero será una decisión definitiva. Porque la vida es ese tren, que se aproxima pitando, y no va a parar.



viernes, 3 de junio de 2011

El experimento

Hoy quiero hablar de una película que vi anoche y que me ha hecho pensar acerca de muchas cosas. El film en cuestión es un remake hollywoodiense de una película alemana del año 2001. Ambas están basadas en un experimento real de psicología social realizado en la Universidad de Stanford en 1971 y coordinado por el doctor Philip Zimbardo.

El estudio psicológico se centraba en la influencia de un ambiente extremo (la vida en prisión) en las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de los roles sociales que desarrollaban. En este caso, un grupo de 26 personas, de acuerdo en participar en el experimento, son divididos en dos grupos aleatoriamente: guardias y prisioneros, y son introducidos en una prisión simulada, donde deberán estar durante 14 días siendo continuamente grabados. Por cada día que aguanten, recibirán 1.000 dólares por persona, pero en caso de alguno abandone antes, o que no se respeten las normas o se infrinja violencia, el experimento acabará y nadie recibirá ni un céntimo.

Las normas que recibieron los guardias eran muy claras y giraban en torno a la disciplina con que debían comportarse los falsos presos: debían comerse todo lo que les ponían en el plato, no debían tocar a los guardias y no debían hablar hasta que un guardia no les hablara primero. Todos los elegidos para el experimento eran personas normales, sin ninguna clase de trastorno. Pero a medida que pasan los días, se observa como las personas normales que tenían que desempeñar el papel de guardias, se convierten en bestias sádicas que humillan, dan palizas y abusan de los presos. Por su parte, los presos adoptan una aptitud de conformidad, excepto uno, que en la película adopta una posición de crítica.

Tanto en el experimento real, como en el film, la situación se les fue de las manos y hubo que suspender el estudio. La violencia y el abuso de poder habían llegado a cotas escandalosas. Y, sin intención de destriparle la película a nadie, hay una pregunta que le hace uno de los personajes a otro hacia el final y que me hizo reflexionar: "¿Todavía sigues pensando que somos la cima de civilización?". Y es que, creemos que somos los dueños del planeta, que estamos por encima de los otros animales, bestias salvajes sin civilizar, pero sólo hace falta que alguien nos dé poder, y que este esté legitimado por una institución superior, para dejarnos llevar por nuestros más bajos instintos. Quizá no todos nosotros, pero sí una gran mayoría. Esto ya quedó claro en otros experimentos de psicología social, como el de Pilgram, o sin ir más lejos, en la Alemania nazi, o en Bosnia, en las cárceles de Abu Ghraib o en Palestina en la actualidad. Podría poner tantos ejemplos que me hace pensar en lo mucho que nos queda por evolucionar, por aprender como especie. Antes de que acabemos con el planeta y todos los seres vivos que en él habitan.




jueves, 2 de junio de 2011

Los sueños, sueños son


Si hay algo que me molesta profundamente es que algo o alguien me perturbe el sueño. No puedo evitarlo. Concibo el dormir como uno de los placeres de la vida más exquisito y el insomnio, por ejemplo, para mí sería el peor de los castigos. Por eso estoy bastante molesta. Porque una persona lleva colándose en mi mundo onírico cinco días consecutivos. Es un cobarde, porque aprovecha la situación y, sabiendo que no tengo control sobre mi subconsciente, rellena mi mente con su presencia. Seguro que lo hace con conocimiento de causa. Seguro que sabe que, durante el día, no hago más que alejar su imagen de mis pensamientos y lo expulso vilmente y sin miramientos de ningún tipo. Y seguro que piensa con una sonrisa maléfica, de esas de malo de película: “¿Te crees muy lista por no pensar en mí? Sí, tú sigue creyendo que eres inmune a mis encantos, ya veremos lo que pasa cuando llegue la noche…”. Y se frotará las manos cuando acabe la frase. Pues ya está bien. Déjame en paz, por Dios te lo pido. Devuélveme mis sueños inconexos y sin sentido, por favor. Desaparece. O, bueno, no desaparezcas de mis sueños pero muéstrate también cuando estoy despierta.


miércoles, 1 de junio de 2011

Las nostalgias



Entonces yo era un tipo perseguido por las nostalgias. Siempre lo había sido y no sabía cómo desprenderme de las nostalgias para vivir tranquilamente. Aún no he aprendido. Y sospecho que nunca aprenderé. Pero al menos ya sé algo valioso: es imposible desprenderme de las nostalgias porque es imposible desprenderse de la memoria. Es imposible desprenderse de lo que se ha amado. Todo eso siempre irá con uno.

Trilogía sucia de La Habana, Pedro Juan Gutiérrez