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lunes, 2 de mayo de 2011

No estaba muerto, estaba de parranda

No soy portadora de noticias nuevas a estas horas del día cuando os digo que Osama Bin Laden ha muerto. El mismísimo Obama lo ha declarado ya oficialmente. Nadie ha visto el cadáver, aunque hoy mientras comía, en uno de los muchos (des)informativos españoles mostraban una foto asquerosa de un muerto, con un letrero debajo que decía tranquilizadoramente que era un montaje, lo cual no hacía la instantánea más agradable a la vista, la verdad. Tendremos que creernos las buenas nuevas, al grito de “¡¡U-S-A!!”. Las últimas noticias es que ya se ha hecho hasta un análisis de ADN que confirma que es el mismísimo líder de Al Qaeda. Hay que ver que rapidez, pero si en el ‘Diario de Patricia’ (ese ilustre programa que retrata mejor que Galdós la sociedad española) tardan al menos una semana en dar el resultado de ese tipo de pruebas. Pero ya sabéis que en América todo tiene un ritmo diferente.

Yo le daba vueltas al asunto, siempre con la mosca tras la oreja cual sabueso, pensando en cómo plasmarlo en un post sin resultar monótona, teniendo en cuenta que mi última entrada también poseía una temática militar estadounidense. Salí a dar una vuelta con mi perro, y mientras paseaba encontré la respuesta a mis plegarias. Al pasar al lado de la terraza de un bar de esos de barrio que podría llamarse “Bar Manolo” o “Bar Pepe”, vi a un grupo de jubilados, de esos de palillo en la boca y chato de vino en la mano. Charlaban muy animadamente y, cuál fue mi sorpresa al comprobar que hablaban del tema estrella de hoy. Uno de ellos, rodeó a otro por los hombros y dijo: “Dicen que van a enterrar al Bin Laden en la huerta de Tomás, que da muy buenos huesos de gallina”. No pude evitar sonreír, porque después de todos los puntos de vista idénticos sobre los que he leído o he visto en la televisión sobre el asunto, al fin alguien lograba darle un giro.

Osama Bin Laden ha muerto y el mundo sigue girando. Gracias a Dios que aún tenemos sentido del humor para no marearnos en uno de esos giros del destino.



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