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martes, 19 de abril de 2011

Malos hábitos

Fumo demasiado. Lo sé. No es un buen momento para ser fumadora. Eso también lo sé. Me incomoda que mi médico de cabecera, cada vez que voy, me lance la odiosa pregunta: “¿Cuántos cigarrillos fumas al día?”. Ábrase visto insolencia. Preguntar eso me resulta de tan mal gusto como cuando alguien le pregunta a una dama cuál es su edad. Y no me queda otra que mentir: “Siete u ocho al día”. Sí, ya me gustaría. Pero tengo que mentir porque sé que fumo demasiado. Sé que me está matando pero adoro las películas antiguas en las que los personajes elegantes y sofisticados lanzaban sus frases lapidarias con un cigarrillo entre sus dedos. Y qué decir de los tipos duros que encienden su cigarro como una muestra de que hablan en serio cuando dicen aquello de “Born to be wild”.

Con todo esto lo que quiero decir es que soy consciente de que estoy siendo víctima de una muerte lenta pero segura, pero sin embargo, no puedo dejar de hacerlo. Y no quiero, qué cojones. Porque si dejara de hacer todo aquello que es perjudicial para la salud, amigos míos, mi vida sería más saludable pero también más aburrida.

Ahora es el turno de réplica de todos aquellos que se llevarán las manos a la cabeza con semejante discurso a favor del tabaco. Esa será una mala interpretación de mis palabras. No estoy realizando ningún discurso a favor de nada, sólo soy una persona reivindicando su derecho a suicidarse como crea conveniente. Antes de que lo prohíban también.

2 comentarios:

Ernesto Pérez Vallejo dijo...

Yo lo llamo el sucidio de la tortuga, me parece sexi ver fumar, (aunque a mí me parece sexi casi cualquier cosa lo escribo mientras hago aros de humo)

Salud.

Y gracias.

LolaG dijo...

Me siento muy identificada con esta entrada,ya que muy a menudo tengo que soportar a "anti-fumadores" que me someten a un tercer grado para averiguar mi nivel de adicción(que es mucho) y me sueltan algún estúpido discurso que ya me sé de memoria para intentar convencerme para dejar mis malos hábitos. Y cuando terminan de soltar toda su parrafada,o cuando termino de fumarme el cigarro,según me pille,los miro y les digo que respeto su opinión pero que creo que estoy en mi derecho de matarme como quiera.
A mí me gusta fumar,dejando de lado que no podría dejarlo,lo principal es que NO quiero dejarlo,por muy incomprensible que le parezca a la gente.
Un beso :)